(…) consideramos que si se quiere estar a la altura del momento histórico, caracterizado no solo por un fin de régimen político en el Estado, sino por un contexto de colapso progresivo del modelo industrialista-capitalista a nivel mundial causado por el agotamiento de los recursos —principalmente la energía fósil, pero no solo—, el acelerado caos climático y otras crisis biofísicas, como la pérdida de biodiversidad, debemos ir mucho más allá e intentar con urgencia una estrategia radicalmente nueva y democrática, asumiendo con todas sus consecuencias las buenas palabras relativas al protagonismo y liderazgo ciudadano.
Aparte de reclamar democracia directa y que los partidos renuncien a controlar la posible candidatura popular que se ha venido a bautizar como Marea Galega, hacen hincapié en que para que exista una democracia real se deben democratizar en paralelo los medios de comunicación social para conformar de manera plural y libre la opinión pública que tome después, directamente, las decisiones que le afecten en la actividad legislativa del Parlamento.
Se puede leer el manifiesto íntegro en castellano en el blog de Jorge Riechmann y en el original gallego en Grandola.gal. Entre las personas promotoras del manifiesto está alguno de los promotores gallegos de Última Llamada así como personas incluidas entre sus primeras firmantes.
Es muy interesante, y es esperanzador que vayan apareciendo cosas así.
Pero se sigue quedando a medias. No tiene en cuenta que hoy en día la demanda ciudadana de democracia directa sigue siendo mínima, y lo que es peor, sigue apelando a los partidos («les reclamamos valentía y coherencia democrática») cuanto está más que claro que los partidos no van a contribuir lo más mínimo a su propia extinción (que llegaría con la implantación de la democracia directa).
Esta candidatura, cuando salga, si sale, tendrá que salir sin partidos y contra los partidos (al menos contra los que tienen representación).
Y de hecho, tendrá que salir no sólo contra los partidos, sino contra el Sistema. Poder económico y Poder mediático incluidos.
Y para eso hace falta todavía mucha concienciación, mucha educación.
Empezando por los promotores del manifiesto, que todavía tienen que dejar atrás, del todo, la dependencia partidista: no tiene sentido pedir a los partidos que no controlen el proceso; hay que tratarlos como el enemigo; sabiendo que van a hacer todo lo posible por controlarlo, se trata de no permitirlo.
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