Hay una chamarrita de Alfredo Zitarrosa que siempre ha tenido para mí un encanto especial. Pa’l que se va habla de aquellos emigrantes que dejaban su pago para buscar una vida mejor en la ciudad. El cantor les exhorta a no olvidarse del pago y a no poner en la maleta lo que no vayan a usar, porque “son más largos los caminos pa’l que va carga’o de más”, y concluye: “cierto que hay muchas cosas que se pueden olvidar, pero algunas son olvidos y otras son cosas nomás.”
En materia de olvidos casi siempre se nos olvida eso: las cosas son cosas. Podemos obtener una utilidad de ellas, pero no son lámparas maravillosas en las que resida la felicidad o los bálsamos del alma. Las cosas ocupan espacio, pero no llenan vacíos.
Hoy día el paradigma dominante equipara felicidad a acumulación, plenitud a consumo. La lógica interna del sistema es la depredación y lleva a considerar como saludable la compulsión. Y de este paradigma, esta religión de economistas de mainstream, participan ambos lados del hemiciclo (salvo honrosas excepciones) e incluso, donde no hay hemiciclos, el lado único. Ya lo decía el Partido Comunista Chino: “enriquecerse es glorioso”.
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